A Carlos y Concha
Añoro los versos de Vinyoli
“lloran las cosas, llora el tiempo”
cuando el solsticio se acerca.
El espanto que deja en la mente
sentir cercana la muerte, tangente,
como decía Virgilio mucho antes.
Ocurre, a veces, que se va
sin quedarse y las lágrimas
entonces despejan la mirada.
Este solsticio tiene un aire andaluz
y la sonrisa burlona del amigo
que le ha visto las orejas al lobo.
El perfume de una rama de romero
arrancada al vuelo, mientras trota
por el campo a lomos de una Estrella
Aquellas ganas de vivir que nacen
de muy adentro y con fuerza fluyen
como se eleva una hiedra tenaz.
Los proyectos son solo el andamio
por donde la vida crece; no es poco
pero casi nada sin el primer impulso.
Hasta las hiedras más resistentes
necesitan, alguna vez, del jardinero
que se cuida del abono y el agua.
“Ayudémonos los unos a los otros
con paciencia, buen vino, moderación
para no caer en el abismo”
.
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