Mi hija viene algunos días a Madrid.
La casa se llena esos días.
Es hermosa verla llegar
pero reconozco
que me quedo
bien triste y solo
cuando se va.
Hoy dejó un pelo en la ducha.
Un pelo largo,
de ese pelo largo
y bicolor
que tiene.
Lo miro ensimismado.
Me deja galletas en la meseta,
salchichas en la nevera
y un pelo largo bicolor en la ducha.
Hace apenas unos años
no era nada.
Salió del vientre de su madre.
La tomé en brazos
y el cerebro,
mi paleocortex de reptil,
hizo click:
(Y comprendí la estirpe
de cuerpos que somos
y entendí
todas las historias del mundo)
Sé mucho ahora por ella.
Miro el mundo
de la manera
que ella lo mira.
Y aprehendo la ciudad
como ella la aprehende.
Ese pelo largo es un milagro.
No lo es, lo sé.
La biología y la antropología
le darán otros nombres.
Pero ese pelo largo
es un milagro.
Es Dios.
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