4 dic 2016

Albedo (5): Padre


Attesa (Nils Frahm Rework)- Balmorhea

Mi padre lleva diez hilos de aire para enhebrar el barrio y el pasado que viene tallando con su gubia de carpintero.
Siempre tuve vergüenza de tener un coche con marca mejor que el suyo. Me parecía una falta de respeto para alguien que había perdido piel, pelo y la posibilidad de conjugar ciertos verbos para que yo pudiera conjugar otros.  La solidaridad gramatical del ebanista.
De guaje me salvó muchas veces explicándome matemáticas y perspectivas caballeras. Pero recuerdo perfectamente el día que sin palabras me miró y dijo: Hasta aquí puedo llegar hijo, no se explicarte más. Tendrás que ir tu solo. Sentí pudor y respeto. Y me puse colorado como aún sigo haciendo. Creo que aquella frase de Cohen del escenario desapareciendo no era de Cohen, era suya. Aunque el nunca escuchó a Leonardo como Angel quizás nunca coincidió con Angel.
Nunca tuvimos unas vacaciones juntos de playa y hotel, ni de hotel ni nada. Le acompañé en varios rápidos e inmensos viajes de trabajo de punta a punta del país. Midiendo muebles y espacios en aquellos viajes que me generaron dependencia y melancolía. Ñoaranza. Hace cien años estando en el lugar más perdido del mundo recordé algo que me dijo un día: no te imaginas la melancolía que se tiene cuando se ve atardecer fuera de casa. Y yo le miraba y me preguntaba y cuál es nuestra casa.
En aquellos viajes viajábamos míticos al sur y yo le ponía la música que masticaba con mis hicopondrios y que soñaba con los vacíos y le trataba de contar algo sobre mí y de como que merecía algo la pena de todo aquello. Y que aunque no lo creyera muchas veces, todo iba bien en aquel flaco y pálido de gafas que miraba asombrado el mundo a su lado.
Aparecía pocos días en nuestras vacaciones en casa de los abuelos maternos o en la casa del pueblo. Aquel fin de semana que anunció que acabaría el trabajo y podría venir con nosotros al monte, me pasé el día entero quitando piedras del camino. La entrada en pendiente no era un buen sitio para aparcar con todas aquellas piedras sueltas rodando. Una a una toda la mañana con mi hermana quitamos piedras y preparamos la entrada para su coche. ¿Qué hacéis ahí? dijo mi madre. Preparando el camino a papá. Para que pueda tener el camino limpio para dejar el coche cuando venga esta noche a dormir a casa.

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