Traza el silencio delgado una uña
el tránsito en las estaciones
esa caja de ruido - vegetal e insondable
la belleza de los cuerpos reventando el tiempo.
No hay descanso nunca. La tarea es eterna. No importa el cuerpo ni quien la ejecuta. Las manos han de identificar con el tacto todos los objetos del mundo. Acariciarlos con ternura inmutable, comprender que el dolor, la tristeza o la belleza son categorías indiferenciadas. Tiene la misma importancia ese cuerpo caliente del animal herido como el cristal vacío y el musgo del norte de las piedras.
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