no podrás escribir los poemas
y callarás toda la noche
mientras duermen tus gentes,
y sólo tú estarás despierto,
y tú estarás despierto por todos.
No te han parido para dormir:
te han parido para vigilar
en la larga noche de tu pueblo.
Identidades de país – V. Andrés Estelles
Estábamos tan cansados que íbamos dejando trozos de piel en los números que escribíamos.
Pensaban los párpados, y los cuerpos se apoyaban transparentes en las paredes y en los quicios.
Sumábamos y vigilábamos la lluvia y las curvas y las estaciones y las piedras.
Se anotaba lo incidente. Los lápices y los vasos naufragando en la mesa.
Los diferentes matices del miedo o la incertidumbre en las voces del otro lado del teléfono. Oler el miedo, la esperanza, la incertidumbre, el futuro, la perfecta alegría o el meridiano dolor a través del teléfono. El olfato a través del teléfono como un Hans Schnier durante dos años seguidos.
Cerrábamos los ojos, pero el objetivo no era dormir sino aliviar el ruido. Porque no te han parido para dormir, te han parido para vigilar. Un ruido que no cesa. El ruido y la furia. Y la constante paciencia.
Nunca se había hablado tanto a la vez en la historia de la humanidad.
Nunca se había hablado tanto y tan seguido en la historia de la humanidad.
Nunca se había hecho tanto y nada a la vez en la historia de la humanidad.
La pandemia ha servido sobre todo para poner a cada uno en su sitio.
La otra noche estaba agotado. Llegué a casa pensando sólo en llamar a mi madre para contarle cómo iba a todo. Mientras marcaba, recordé que mi madre había muerto hace trece años. Lo más curioso es que no colgué sino que dejé sonar la llamada esperando su voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario