3 sept 2022

En el caso de una hipotética clasificación de las crisis


La luz del patio interior y la narrativa de la misma en las paredes del verano. Tender el cuerpo y levantarlo de la siesta. las manos despejando las sienes y el dolor en los tobillos y en las muñecas. Un cigarrillo imaginario y silabear las horas. Así como huelen los jardines en la noche de agosto. O septiembre que adelanta el otoño.

El silencio aunque la cabeza no dejaba de hablar. Hay diferentes tipos de crisis. Eso partiendo del hecho que la crisis pudiera clasificarse, orderizarse, clasificarse. Hay una bien jodida que es la abrupta y que transforma absolutamente todo, la que te deja de la noche al día sin casa, sin comida, sin familia o sin la tierra que suponías apenas tuya para pasear la tarde. Hay otra bien jodida también, no entro en si mejor o peor, aquella en que las piezas del puzzle cotidiano se mueven todas solo un poquito, apenas nada, imperceptiblemente, muy poco, y el puzzle ya no es el mismo. Todo parece como siempre, pero todo ha cambiado. Y no encaja el coche en la plaza de garaje ni agarra bien la mano el café ni el sol está en aquella esquina de allá ni las gafas en la misma mesita.



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