16 dic 2022

Chungking Express

"Didn't expect it to cry so much. When people cry, they can dry their eyes with tissues. But when an apartment cries, it takes a lot to mop it up"










Ese eco a Subway de Besson en algo y no se bien qué.
Imagenes de aquí.

14 dic 2022

Drive my car



"But even if you think you know someone well, even if you love that person deeply, you can't completely look into that person's heart. You'll just feel hurt. But if you put in enough effort, you should be able to look into your own heart pretty well. So in the end, what we should be doing is to be true to our hearts and come to terms with it in a capable way. If you really want to look at someone, then your only option is to look at yourself squarely and deeply"












26 nov 2022

Hemos descubierto,
quizás un poco tarde ya,
que el mundo no es limpio ni justo.
Y siguen ganando los de siempre y los que hacen ruido 
y los que saben mover bien sus piezas.

No sabes bien la inmensa ternura que siento al verte andar:
Observando 
como doblas un poco el pie hacia dentro 
y vacila tu cadera. 
Pararía el tráfico y los tiempos para que te viesen así, 
y que esta luz pudiera ser nueva.
Y que nueva la pudiéramos ver siempre que miráramos
ahora que, 
ya vividos todos los sueños, 
parece que corremos solos hacia la muerte. 

Es cierto este espíritu mexicano de la familia: Hemos aprendido a convivir con bastante naturalidad con la muerte y algunas rutinas son bastante mágicas. 

Llevamos a diario a nuestros muertos con nosotros y mantenemos conversaciones en voz alta en sitios insospechados: pasamos, por ejemplo, buenos ratos charlando en el coche o mientras nos duchamos o paseando al atardecer. Nos contamos los afanes y los silencios, tomamos notas mentales y las intercambiamos con plena naturalidad entre un mundo y otro sin saber cuál de los dos es el verdadero. 

En la cama nos santiguamos y rezamos juntos, o aguantamos hasta treinta para quitar el hipo (depende del día y de la luna). Hacemos tristes, tan siempre tristes, nuestro peculiar inventario de haberes y recobramos nuestros recuerdos, recuerdos comunes que fugan, casi todos siempre, hacia o desde la infancia.


Artemio Rulán. La enfermedad de Artemio Rulán.

20 oct 2022

Centauros del desierto




Miro la cajetilla. Le han quedado siete cigarrillos por fumar.
Vamos a pasar por su vida sin saber casi nada de lo que ha pensado durante sus ochenta y seis años de vida.
Fuma despacio, en la silla del salón de casa de sus padres. Mirando a la calle que crece con él. Cabecea, duerme un poco, se despierta, tararea otro poco y echa de nuevo un pitillo.
Apenas tiene nada. Un armario con poca ropa, algunos objetos en la cabecera de la cama y un cajón del que haremos inventario algún día.
Me despierto muchas veces por la noche hablando. Y muchas más veces cantando. En sueños me pongo a cantar y me despierto cantando”.
Mira la calle: y los mármoles y las lindes y los pastos y las tiendas y el vado y las teselas y el recorte de luz y los tejados y los alfeízares.
Y casi todes les noches sueño con que estoy trabayando en el taller. Me levanto agotau. En la vida trabayé tanto. Esta noche hice cajoneres, la otra armarios y cama. Su madre
Nombra a todos porque la vida llegado un momento es un barullu y uno ya no sabe quiénes se han ido y quiénes quedan. Y posiblemente poco importa eso porque a una edad el verbo ser se conjuga de una forma bien diferente.
Echa el humo, a contraluz, como un centauro del desierto. “No somos nadie, no. Y en calzoncillos blancos menos”.
Ha pedido enterrarse con su padre. El hermano pequeño pidió que fuera con su madre y el mayor pide que sea con su padre. A un lado y a otro en la misma fila en Ceares.
Guardo la cajetilla con los cigarrillos pendientes. Esperando que nos los fumaremos juntos, algún día, en algún sitio del que ni los libros ni los sabios saben.





3 sept 2022

En el caso de una hipotética clasificación de las crisis


La luz del patio interior y la narrativa de la misma en las paredes del verano. Tender el cuerpo y levantarlo de la siesta. las manos despejando las sienes y el dolor en los tobillos y en las muñecas. Un cigarrillo imaginario y silabear las horas. Así como huelen los jardines en la noche de agosto. O septiembre que adelanta el otoño.

El silencio aunque la cabeza no dejaba de hablar. Hay diferentes tipos de crisis. Eso partiendo del hecho que la crisis pudiera clasificarse, orderizarse, clasificarse. Hay una bien jodida que es la abrupta y que transforma absolutamente todo, la que te deja de la noche al día sin casa, sin comida, sin familia o sin la tierra que suponías apenas tuya para pasear la tarde. Hay otra bien jodida también, no entro en si mejor o peor, aquella en que las piezas del puzzle cotidiano se mueven todas solo un poquito, apenas nada, imperceptiblemente, muy poco, y el puzzle ya no es el mismo. Todo parece como siempre, pero todo ha cambiado. Y no encaja el coche en la plaza de garaje ni agarra bien la mano el café ni el sol está en aquella esquina de allá ni las gafas en la misma mesita.



27 jul 2022

19 jul 2022

 


"There's a million ways we should’ve died before today. And a million ways we can die before tomorrow. But we fight... for every second we get to spend with each other. Whether it’s two minutes. Or two days. We don't give that up. I don't want to give that up. My vote. Let’s just wait it out. You know, we can...be all poetic and just lose our minds together" The Last of us. Left behind.

8 jul 2022

 

Tarabiqueo con los dedos los días de la misma forma que alguna vez nos enseñaron a contar las sílabas y sinalefas en los versos Soy consciente cada vez más de la provisionalidad de todo Eso me genera un vértigo inmenso y no soy capaz de aprehender nada plausible en mis días Fumo todos los días sin tabaco y rezo sin dioses que rezar Me levanto de madrugada a dirimir el curso del viento en los toldos Arresto repeticiones Quiero decir Arresto siempres y nadas Y noto esta piel tan cansada y dolida que me conmueven los cuerpos que habitan al que ahora es Extiendo los sueños a lo largo del mediodía Me convocan mis muertos: encienden las luces de mis pasillos y me sirven líricamente el café Aproximo los verbos hacia dentro arrinconadas en los vacíos y los codos Hacia fuera me he quedado ausente Me preguntan Asiento Me responden Asiento Me señalan Asiento No sé muy bien que está pasando Arrebolo los nudillos y me congregan aún pero con dificultad asumo las primeras horas del día Fumo sin tabaco y rezo sin dioses 

22 jun 2022

Madre con su hijo

Mi padre falleció hace cuatro años. Su hermana ahora tiene 90 y su hermano 86. Él hubiera cumplido 82. 

De adulto nunca he sido muy asiduo de hacer visitas a los cementerios. Pasé mucho tiempo en ellos de pequeño cuando la visita era obligada con mi abuela y mis tías. Mezclábamos el mundo de los muertos y de los vivos en lo cotidiano y siempre había una línea divisoria incierta entre los que estábamos aún y los que ya faltaban. Comíamos, les rezábamos, merendábamos y acabábamos el bocadillo visitándoles.

Hablábamos de ellos con una concreción tal que no era raro dudar si estaban de un lado o del otro, si iban o venían, si se quedaban a cenar o ya estaban tranquilos en Ceares.

Por pena, por pereza o porque ya había cumplido el cupo de horas, pasada la infancia, no he sido nunca asiduo de volver a los cementerios.

Hasta estos dos últimos años. Quizás ha ayudado ese hermoso entorno del cementerio y los Pericones. Ese prau Pinto que se ha remodelado y que dibuja tan bello en las tardes y que hace tan hermosa esta ciudad que tanto nos gusta. Quizás también la sensación de estar en un sitio donde poder estar solo y hasta ausente de mí mismo. En un no-lugar o el lugar de todos los lugares donde no tenga que reconocerme.

Me ha gustado volver a menudo. Ponerme de pie delante de sus nombres, sin prisa, acariciar despacio las vocales y las consonantes, las fechas de la ausencia y las flores antiguas de plástico. Imaginar y recordar y volver a tratar de pronunciar las oraciones que ya me he olvidado y pensar qué significan ahora y qué significaron alguna vez. Quitar algo el polvo de las letras con las manos y contarles bajito cómo va todo esto ahora, de qué va todo, que queda de todo y si la calle y la familia y las tardes de junio. 

Al volver a buscar la tumba de mi padre recordé que su deseo fue que sus cenizas descansaran al lado de su madre. Esa sola línea te hará llorar si lees esto. Lo sé. Es de una belleza terrible. El hombre de setenta años, diagnosticado de una enfermedad pulmonar, sabiendo que se moría, tenía un deseo claro: quería que sus cenizas descansaran al lado de su madre

Mi abuela está en uno de los pasillos del cementerio. A mano derecha. En el mismo pasillo, pero a mano izquierda está mi abuelo.

Es muy bonita esta imagen. 

Primero voy a verlos a ellos, a la madre con su hijo que descansan juntos. Luego cruzo al otro lado y voy a ver a mi abuelo. Aparentemente solu el paisano, con alguna letra caída del nombre, pero tal como siempre lo recuerdo: con la boina y las manos a la espalda en la puerta del taller, con una medio sonrisa y pendiente desde lejos, de todo. Siempre pendiente de todo. Mirando también al otro lado del pasillo, sin dejar de mirar con cariño a su esposa y a su hijo pequeño durmiendo juntos.

Y vas a llorar también de belleza cuando leas esto. El otro día le recordé esto a su hermana mayor. Le quitó importancia. Siempre fue así. Le encantaba abrazarse a su madre y dormir con ella cuando era pequeño. Cuando era neñu y güelito venía a Gijón a trabajar en los confesionarios de la Iglesiona, él siempre se pasaba a dormir a la cama de su madre. Dormía siempre abrazado a un cobertor viejo y gastado. Y el vaso de leche por la mañana lo quería siempre lleno hasta arriba. Era un mimosu. Abrazando a su madre. Mamina, mamina. Páxaru, páxaru. Cómo no iba a querer descansar para siempre abrazado a su madre. 

11 jun 2022

Enseñanzas

Aprendimos que el mundo está desordenado. 


            (Abre los ojos y mira.
            Mira bien tú que ya te sabes todas las historias del mundo.
            Abre los ojos tú que ya has escuchado todas las historias del mundo.
            Abre los ojos y escribe todo).


Aprendimos que el mundo crece ríspido  consumiendo los valles. Y que todo lo que sobra del mundo lo arrojamos a los arrabales, a los intersticios donde se acumulan todos los materiales posibles y donde gimen los colores y las formas y cenan en silencio todos los sentimientos del mundo.

Aprendimos que la belleza y el horror caben en un mismo plano.

Aprendimos que el mundo tiembla infinito y desordenado y que acumula ese desorden en los barrios que crecen sin pulso preciso, mencionando todos los olores posibles. Y que son los mismos de los diferentes lugares del mundo y que el relato es el mismo en esta ciudad, en Estambul, en Ciudad Juárez o en esa ciudad del norte del Reino Unido.
Aprendimos el mundo desordenado. Frío y desordenado.

Aprendimos de las mujeres y los hombres que de noche callada tratan de recomponer ese mundo desordenado con las manos largas de dedos y uñas quebradas de Guayasamín.

Aprendimos también que las mariposas que parecían estar apareándose en el suelo realmente se habían abrazado para morir juntas. Aprendimos que algunas mariposas mueren solas, pero que otras se abrazan entre sí antes de morir. Lo que quiere decir que saben que se están muriendo o que se ponen de acuerdo para morir juntas.

Aprendimos el ruido ronco que hace el pecho cuando da la vuelta el aire. Y las yemas ardiendo al tocar ciertas plantas. Y la luz transversa. Y el cielo por encima del cielo.

Aprendimos la inercia de los volcanes. Aprendimos el silencio y a no decir nada. Aprendimos a callarnos agarrando la mano cerrada en la espalda. A mirarlo todo de nuevo despacio antes de decir nada. Aprendimos a no dormir y a sacarle de la noche al sueño.

[Esa mañana en Quito, mirando las altas ventanas del mundo desde un balcón privilegiado, seguíamos haciéndonos la misma pregunta, treinta años después la misma pregunta: ¿cuál es nuestro lugar en el mundo?¿dónde queda la palabra cobarde y pusilánime?¿dónde queda el gesto vano con afán de posteridad? (aquel hombre, aquella mujer que adelantaron varios pasos rápido para no dejar de salir encuadrados en una foto)¿dónde están las razones del hambre y el miedo?¿dónde queda ahora la esperanza?¿qué hemos perdido treinta años después?¿qué hemos ganado treinta años después?¿cuál es nuestro lugar en el mundo?].

1 may 2022

 

Orham Pamuk. El libro negro. 
7. El misterio de las letras y la desaparición del misterio.


"En aquellos antiguos y lejanos y felices tiempos el significado y la acción eran una sola cosa. En aquella época paradisíaca los objetos que llenaban nuestras casas y los sueños que habíamos forjado eran una sola cosa. Todo el mundo sabía en aquellos años de felicidad que los instrumentos y las cosas que sosteníamos en las manos, los puñales y las plumas, eran un prolongación no sólo de nuestros cuerpos, sino también de nuestros espíritus. En aquellos tiempos, cuando los poetas decían "árbol", todos podían representarse en la imaginación un árbol perfectamente completo, todos sabían que no había necesidad de demostrar un enorme talento enumerando las hojas y las ramas para que la palabra y el árbol de la poesía señalaran el objeto y el árbol en la vida real y en el jardín. En aquellos tiempos todos sabían que las cosas y las palabras que las describían estaban tan próximas que las mañanas en que la niebla descendía sobre aquella aldea fantasma en las montañas, las palabras se confundían con lo que describían. Los que se despertaban en aquellas mañanas brumosas no podían diferenciar la realidad de sus sueños, la vida de la poesía ni los nombres de las personas. En aquellos tiempos los cuentos y las vidas eran tan reales que a nadie se le ocurría preguntar cuál era la vida original o cuál era el cuento original. Los sueños se vivían y las vidas se interpretaban. En aquellos tiempos, las caras de la gente tenían tanto significado, como, por otro lado, todo lo demás, que incluso los analfabetos y los que creían que la alfa era un fruta, la a un sombrero y la alif un poste, conseguían leer por sí solos las letras de significado evidente de nuestras caras. 

15 abr 2022

Me anuncian otra vez la esperada.



Me anuncian otra vez la esperada.
Me anuncian Tu visita.

Voy a poner en orden la casa del recuerdo.
Voy a vestir de flores de pobreza
mis sueños y mis iras.

A orillas de la tierra me aguarda la canoa...

Después,
mientras se explican
los pájaros, las ruedas,
los soles y las lunas,
yo espero que el silencio
diga, sobre mi sangre,
palabras verdaderas.


Pedro Casaldáliga

9 abr 2022

Tránsitos

Conocíamos los charcos. Caminábamos tendidos, despacio, apoyando una mano en el costado.
El sol como una moneda a deber y los soliloquios reverberando en los vacíos. 
A las cuatro de la mañana nos despertábamos musitando cuentas pendientes, miedos y vicios.
Mirábamos pájaros desorientados como nosotros, reconocimos los mirlos y nos bebíamos la luz rebañándola de las mesas y de las cajas de trueno. 
En las gasolineras echábamos a suerte nuestro destino y añorábamos lo que no hemos vuelto a tener o lo que siempre hemos tenido, sabiendo que es todo lo mismo.
Escribíamos de nuevo un poco más despacio. Reconocimos los mirlos y matamos monstruos por ti.
Dolía la mano. Crepitaban los libros. El borde del mar era una puerta de entrada a la infancia y a la muerte. Y la herida salina, la cicatriz entre el mar y la tierra eran el Misterio y la Belleza.
Dábamos por hecho nuestras propias limitaciones. Aquellos posibles luganos alimentándose en los alisos. Acariciamos las tumbas de los nuestros y pasábamos los dedos por sus consonantes y vocales. Un xilguerín meridiano bajó a despedirse de padre y de la abuela (Me llena de ternura siempre la imagen de un hombre de setenta años pidiendo que sus cenizas descansen al lado de su madre).
A finales de marzo un camachuelo nos esperaba solemne al final de la cuesta. Decía: Todo lo he vivido, de todo me acuerdo.

22 feb 2022

El descubrimiento del Misterio y la Belleza.



Un fragmento de Stoner de John Williams.


La clase había leído dos obras de Shakespeare y estaba terminando la semana estudiando los sonetos. Los alumnos estaban crispados y desconcertados, intimidados por la creciente tensión que reinaba entre ellos y ese hombre encorvado que los observaba desde atrás del atril. Sloane acababa de leer en voz alta el soneto 73, echó una ojeada al aula y apretó los labios en una sonrisa despectiva.

—¿Qué significa el soneto? —preguntó de golpe, e hizo una pausa, escrutando el aula con adusta y casi complacida desesperanza—. ¿Señor Wilbur? —No hubo respuesta—. ¿Señor Schmidt? —Alguien tosió. Sloane dirigió sus ojos oscuros y brillantes hacia Stoner.

—Señor Stoner, ¿qué significa el soneto?

Stoner tragó saliva y trató de abrir la boca.

—Es un soneto, señor Stoner —dijo Sloane con sequedad—, una composición poética de catorce versos con una estructura que usted ya habrá memorizado. Está escrito en lengua inglesa, y creo que usted la habla desde hace algunos años. El autor es William Shakespeare, un poeta que está muerto, pero que aun así ocupa una posición de cierta importancia en la mente de unos pocos. —Observó a Stoner un instante más, y luego puso los ojos en blanco y los fijó en el vacío. Sin mirar el libro, volvió a recitar el poema; y su voz se volvió más profunda y más suave, como si por un momento las palabras, sonidos y ritmos hubieran pasado a ser él mismo—:

En mí ves esa época del año

en que muy pocas hojas amarillas

cuelgan de las ramas temblorosas,

coro en ruinas donde pájaros cantaron.

En mí ves el crepúsculo del día,

cuando el sol se hunde en el poniente,

poco a poco arrebatado por la noche,

gemela de la muerte, y del reposo.

En mí ves el rescoldo de ese fuego

de una juventud hecha cenizas,

el lecho de muerte donde expira

consumido por lo que era su alimento.

Esto ves, y tu amor se fortalece

amando bien aquello que ya pierdes.

En un momento de silencio, alguien carraspeó. Sloane repitió el dístico final con su voz monótona de costumbre:

Esto ves, y tu amor se fortalece

amando bien aquello que ya pierdes.

Sloane volvió a posar los ojos en William Stoner, y dijo secamente:

—El señor Shakespeare le habla a usted a través de tres siglos, señor Stoner. ¿Usted lo oye?

William Stoner se dio cuenta de que por unos instantes había contenido el aliento. Exhaló suavemente, muy consciente del movimiento de su ropa sobre el cuerpo a medida que vaciaba los pulmones. Desvió los ojos de Sloane y miró el aula. La luz oblicua que entraba por las ventanas resplandecía en el rostro de sus compañeros, de tal modo que la iluminación parecía surgirles desde adentro y perfilarse contra una penumbra; un alumno pestañeó, y una delgada sombra cayó sobre una mejilla cuyo vello había recibido la luz del sol. Stoner notó que sus dedos habían dejado de aferrar el pupitre. Contempló sus manos, maravillándose de su tono marrón, de la precisión con que las uñas encajaban en sus dedos romos; creyó sentir el invisible flujo de la sangre por diminutas venas y arterias, palpitando delicada y precariamente desde la yema de los dedos a través del resto de su cuerpo.

—¿Qué le dice, señor Stoner? —Sloane había vuelto a hablar—. ¿Qué significa este soneto?

Stoner alzó los ojos con lenta renuencia.

—Significa… —dijo, alzando las manos en el aire con un breve movimiento; sintió que se le empañaban los ojos mientras buscaban la figura de Archer Sloane—. Significa… —repitió, y no pudo terminar la frase.

Sloane lo miró con curiosidad. Luego cabeceó bruscamente.

—La clase ha terminado —dijo. Sin mirar a nadie, dio media vuelta y salió del aula.

William Stoner apenas reparó en los estudiantes que se levantaban gruñendo y murmurando y salían del aula arrastrando los pies. Durante varios minutos después de su partida permaneció inmóvil, mirando fijamente el piso de angostos tablones de madera cuyo barniz se había gastado por las incansables pisadas de estudiantes que nunca vería ni conocería. Arrastró sus propios pies por el piso, oyendo el seco susurro de la madera en las suelas, sintiendo a través del cuero su aspereza. Luego él también se levantó y salió del aula despacio.

El frío cortante de ese día de otoño tardío le penetró la ropa. Miró a su alrededor, las ramas desnudas y nudosas de los árboles que se arqueaban contra el cielo pálido. Lo rozaron estudiantes que se dirigían apresurados a sus clases; oyó el murmullo de sus voces y el taconeo de sus zapatos en las sendas de piedra, y vio sus rostros inflamados por el frío, inclinados contra la leve brisa. Los miró con curiosidad, como si nunca los hubiera visto, y se sintió muy lejos de ellos, y muy cerca. Retuvo esa sensación mientras se dirigía a su siguiente curso, y la retuvo mientras el profesor daba su clase de química de suelos, al amparo de esa voz parecida a un zumbido que recitaba cosas que uno debía anotar en cuadernos y memorizar en un proceso monótono que de pronto le resultaba ajeno.

2 feb 2022

Ut i vår hage / Afuera en nuestro jardín

 



Uti vår hage där växa blå bär
Kom hjärtans fröjd
Vill du mig något så träffas vi där
Kom liljor och aquileja, kom rosor och saliveja
Kom ljuva krusmynta, kom hjärtans kär
Uti vår hage där växa blå bär
Kom hjärtans fröjd
Vill du mig något så träffas vi där
Kom liljor och aquileja, kom rosor och saliveja
Kom ljuva krusmynta, kom hjärtans kär
Fagra små blommor där bjuda till dans
Kom hjärtans fröjd
Vill du så binder jag åt dig en krans
Kom liljor och aquileja, kom rosor och saliveja
Kom ljuva krusmynta, kom hjärtans kär
Kransen sätter jag sen i ditt hår
Kom hjärtans fröjd
Solen den dalar men hoppet upp går
Kom liljor och aquileja, kom rosor och saliveja
Kom ljuva krusmynta, kom hjärtans kär
Uti vår hage finns blommor och bär
Kom hjärtans fröjd
Men utav alla mej kärast du är
Kom liljor och aquileja, kom rosor och saliveja
Kom ljuva krusmynta, kom hjärtans kär.


En nuestro jardín donde crecen los arándanos
Ven la alegría del corazón
Si me quieres algo, nos vemos allí.
Ven lirios y aguileña, ven rosas y salvia
Ven dulce menta, ven querida
En nuestro jardín donde crecen los arándanos
Ven la alegría del corazón
Si me quieres algo, nos vemos allí.
Ven lirios y aguileña, ven rosas y salvia
Ven dulce menta, ven querida
Bellas florecitas allí invitan a bailar
Ven la alegría del corazón
Si quieres te hago una corona
Ven lirios y aguileña, ven rosas y salvia
Ven dulce menta, ven querida
Luego puse la corona en tu cabello.
Ven la alegría del corazón
El sol se está poniendo pero el salto va
Ven lirios y aguileña, ven rosas y salvia
Ven dulce menta, ven querida
En nuestro jardín hay flores y bayas.
Ven la alegría del corazón
Pero de todos mis queridos eres
Ven lirios y aguileña, ven rosas y salvia
Ven dulce menta, ven querida.

30 ene 2022

Inventario de una mesa (29 de enero 2022)


"Hay que ir más despacio, casi torpemente.
Obligarse a escribir sobre lo que no tiene interés,
lo que es más evidente, lo más común, lo más apagado"

Especies de espacios. Georges Perec.



Orientación de la mesa, creo, 296º NO

(Música: Smoke Signals. Phoebe Bridges)

Trípode para móvil
Limpiador para pantallas.
Un sobre viejo con varias anotaciones algunas a lápiz y otras a bolígrafo: un esquema de una habitación, una regla de tres y varios porcentajes.

Unos libros apilados en la esquina Suroeste de la mesa. A saber:

-Libro de fotografías. Sinécdoque (de Muel de Dios). 
-Libro. El libro de los abrazos (Eduardo Galeano)
-Libro. Los abogados de Atocha (Manuel Gallego Díaz)
-Libro. Los vuelos vespertinos (Helen Macdonald)
-Libro. El laberinto junto al mar (Zbigniew Herbert)

Debajo de ese bloque de libros apilados varias hojas sueltas:

-Protocolo de rastreo
-Hojas de borrador con varias notas en lápiz
-Un trozo de un artículo sobre determinación social (Revista de Salud Pública. Volumen 15 (6). Diciembre 2013.
-Artículo. Promoción de la salud: ¿hacia dónde vamos?.

(Música: Graceland too. Phoebe Bridges)

-Borradores de varios textos de las ponencias de alertas del Ministerio de Sanidad.
-Texto. Primera declaración del Consejo de Expertos del Gobierno Federal (Alemania) sobre COVID-19 del 19 de diciembre 2021.
-Un esquema con resumen de actuaciones durante la pandemia.
-Texto del SAGE sobre COVID-19 del 18 de diciembre del 2021.
-Documento de actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de COVID-19 (Consejo Interterritorial) del 23 de noviembre de 2021.
-Varios correos electrónicos impresos.
-Borrador con textos jurídicos del 2020 y del 2021

(Música: Lives that are green. Simon & Garfunkel)

-Programa de mano del Festival Internacional de Cine de Gijón 2021.
-Una carpeta con un documento "Líneas estratégicas y proyectos de actuación en salud pública 2019-2023").
-Un informe encuadernado: "Informe para el desarrollo de la Ley de Sanidad Pública del Principado de Asturias".
-Una carpeta azul con documentación "Guía de prescripción social/recomendación de activos para la salud".

(Música: Sound and Vision. David Bowie)

Delante de todo ese bloque apilado de libros y de documentos en la esquina SO de la mesa. 
Una pila de libros:
-Libro. Los relatos. Ritos (Julio Cortázar).
-Libro Cuentos completos. Volumen 1 y 2 (Julio Cortázar).
-Libro. The Status Syndrome (Michael Marmot).
(en medio de ellos una copia subrayada de las películas recomendadas para el FICX 2021).
-Libro. Poesía reunida (Juan Gelman).
-Libro. Los gorriones de Artemio Rulán (del que anota este inventario).

(Música: At home-acoustic. Crystal Fighters)

-Plan de Salud del Principado de Asturias 2019-2030 (dos ejemplares)
-Libro. La invención de la naturaleza (Andrea Wulf)

En la zona central y al fondo de la mesa una pantalla de un ordenador.
Al pie del ordenador: Una bandeja de 15x15 cm con una funda con unas gafas de hace ocho años, una barra de pegamento, un disco duro portátil, un destornillador, dos monedas (20 y 10 céntimos), dos clips, una figura de lego (parece una parte de un submarinista con siete piezas: cuatro naranjas, dos verdes oscuro, una verde claro y una gris. Las piezas naranjas incluyen dos piezas que hacen de aletas). 
 (Música: And She Was. Talking Heads)
De forma dispersa al pie de la pantalla del ordenador: un paquete vacío de chicles, un subrayador fosforito, dos mandos a distancia Technics que no funcionan desde hace unos quince años, un paquete de smints (caducados, si es que caducan), dos toallitas para limpiar gafas, una tarjeta MicroSD, otra funda de gafas (vacía), un pulsioxímetro, varios cables y unos auriculares.

 (Música: La negra flor. Radio Futura)

En la parte central de la mesa: Una taza con café, un lápiz de dos colores (azul y rojo, afilado a cuchillo como hacía el abuelo), un bic, unas gafas de ver, un cable cargador de móvil, el cable cargador del disco móvil que estaba en la bandeja de 15x15 cm, la caja azul del móvil corporativo, una Moleskine naranja, un código para descargar el Boxer de The National que traía el vinilo, un mail impreso, un documento de actualización de la estrategia de vacunación de Asturias, una bolsa pequeña con una lente para una cámara Fuji que ya no existe, el libro "Las tres dimensiones de la libertad" de Billy Bragg, el teclado y la alfombrilla y el ratón que se utiliza para escribir.

 (Música: The Whole of the Moon. The Waterboys)

Hacia la parte Noroeste de la mesa: un ratón (de ordenador, ojo) sin pilas, una botella de agua, un trozo de lacre rojo (una cuarta parte de lo que queda de él), un cargador para un portátil, un portalápices (con al menos quince rotuladores, bolígrafos, pinzas y lapiceros y dos mecheros), un bote de spray antimosquitos.
En al esquina Noreste de la mesa: varias hojas de borrador sobre notas de formación en salud pública, una grabadora, un lápiz del 1 y otro lápiz rojo y azul, una carpeta con notas sobre atención primara, un móvil cargando y un martillo,

 (Música: When the roses Bloom again. Wilco. Billy Bragg)

En el fondo de la mesa (hacia mi izquierda según escribo). Una caja transparente de Ikea (Smala). Encima de la caja una funda de gafas vacía, un recuerdo con una guirnalda que pone "50" (recuerdo de aquella onimástica), un sobre muy viejo doblado con un disco de 3 1/2 (con capacidad de 2 MB) que pone Mamá, escrito a lapiz, dos cartas

(Música: Cert clar i breu. Mishima)

 a los Reyes Magos que guardé hace años y que nunca fueron enviadas a sus majestades y una carta que nos escribió un niño de Bolivia el 14 de mayo de 1995 y un sobre con la invitación del Area V para participar en el cribado de cáncer colorectal. 

(Música: Corpus Christi. La Bien Querida).

Dentro de la caja de Ikea: 
-Cables, conectores del portátil a un cañón de proyección, cartuchos de tinta para la pluma, medio folio escrito a mano con unas notas para una rueda de prensa de marzo del 2021 con un agradecimiento a Rodrigo Cuevas, un tajalapiz, cuatro frasquitos unidosis-pequeños de colonia (me los pulverizo mientras continúo el inventario), una figura de un pitufo médico, un lápiz de 4 megas, un botón. 

(Música: Normal song. Perfume Genius).

En el fondo de la mesa (hacia mi izquierda según escribo). Un flexo iluminando esa esquina noroeste de la mesa. Un tampón con tinta. Un sello antiguo caducado. Dos volúmenes del Diccionario de la Lengua Española. Encima de ellos una foto de mi madre, en un marco verde oscuro (la misma foto que mi padre dibujó y le regaló antes de casarse y que estuvo, mientras ellos vivieron, en el salón de casa de mis abuelos).

(Mientras se termina de corregir el inventario suena de música: Morir o matar de Nacho Vegas, las Variaciones Goldberg de Juan Sebastián Bach y Cause de Rodríguez)

La taza de café se ha quedado vacía y ya es de noche. Además de la taza, en el centro de la mesa, está ahora también el libro "Espacios de espacios" de Georges Perec que se ha utilizado para buscar la cita que encabeza el inventario.
Son las 20:44 del 30 de enero de 2022 y cómo ya han pensado y escrito mujeres y hombres desde el principio de la historia no habrá ni un tiempo ni un espacio idéntico a este que ahora mismo acaba de desaparecer y se nos ha ido entre los dedos.